Ricardo Vilbor (Valencia, 1979) ha entrado por la puerta grande del cómic. Si en ‘Carroñero‘ (La Cúpula) firmaba una sólida y oscura novela gráfica de corte fantástico, en ‘Chorizos. Atraco a la española‘ desarrolla un guión desternillante, en la mejor tradición de la comedia ibérica. Es imposible no pensar en Azcona y Berlanga cuando se lee este tebeo. Un político corrupto, un autobusero en paro, un actor de tercera, un científico sin beca, jóvenes sin futuro laboral, un par de viejos con la pensión mínima… Un equipo improbable unido con el fin de superar la crisis por la vía rápida: atracando el Casino de Montecarlo.

Manolo Terroba tiene un plan. Recién salido de prisión por un asuntillo de corrupción, este político profesional quiere rehacer su vida con un negocio sin riesgos. Más o menos. Para ello va a liar a su amigo de la infancia, Francisco Picazo, conductor de autobuses que se ha visto en la puta calle tras un ERE, y a una variopinta tropa de «deshechos sociales» producto de la crisis. El plan consiste en dar un palo en el Casino de Montecarlo y salir por patas con el suficiente dinero para vivir cómodamente el resto de sus vidas. ¿Qué puede fallar? Pues que te pillen con las manos en la masa y te detengan los policías más incompetentes del Principado de Mónaco. Durante el posterior interrogatorio se descubrirán las miserias y cutreces de los personajes, que no son otra cosa que el retrato robot perfecto y descarnado de la sociedad española actual.

‘Chorizos’ empieza por el final. Así, Vilbor se sirve de la investigación policial para ir desmenuzando las biografías y razones que han llevado a la panda de personajes a la situación en la que se encuentran. En cierta ocasión, Goscinny, interpelado sobre cómo retrataba las distintas nacionalidades en ‘Astérix’ aludió a la utilidad de los tópicos para hacer humor. Vilbor sigue la estela del maestro y sabiamente recurre a los estereotipos de la sociedad actual para elevar la carga de comedia: el español medio que solo se acuerda de los derechos laborales cuando le toca el despido a él, el adolescente cani, la vieja de derechas, el abuelo de izquierdas, el actor español comprometido, el joven pero sobradamente preparado, la inmigrante… Y, por encima de todos, el político corrupto de manual. Quizás no es casual que Vilbor, al igual que Berlanga, sea de Valencia, tierra prolífica en sol, naranjas e imputados. Otro referente de esta obra, más de actualidad que nunca, es Mortadelo y Filemón; hay incluso un declarado homenaje a Ibáñez en una de las páginas.

Por si fuera poco, con la complicidad de Ricar González (Valencia, 1971), a lo largo de la historia aparecen un buen montón de personajes con el rostro de conocidos políticos, como Merkel y Sarkozy (en el papel de policías) o Aznar, Bush y Blair (como atracadores). El dibujo de González se mueve dentro de los parámetros del tebeo de humor, y cabe destacar su agilidad narrativa, teniendo en cuenta que es su primer cómic de enjundia (con más de 130 páginas de apretadísima historieta).

‘Chorizos. Atraco a la española’ es una comedia coral divertidísima y de calidad. Usar tópicos y material de relativa actualidad siempre supone un riesgo, pero Vilbor y González saben hacerlo con inteligencia y salen bien parados del envite. Un nuevo tanto para Grafito Editorial, que tras su debut con ‘Cazador de sonrisas‘, y con ‘Los mundos de Valken‘ recién salido del horno, sigue apostando por fuerza por autores españoles, con ediciones cuidadas y extras sorprendentes.